Sol solo hay uno

La teoría del silencio, que, con frecuencia, se adscribe a ciertos aspectos pulcramente respetuosos de la Fiesta o a determinadas circunstancias de índole abstencionista es, sencillamente, una forma lisa y llana de aburrimiento; de tedio mortal, de penuria artística y miseria emocional. Seis faenas (tómese lo de faena en el sentido que se quiera, pero nunca, como conjunto de pases o lidia, acorde con unas normas estéticas o unas pulsiones emocionales) seis silencios; seis toros, seis desastres. Yo no sé si lingüísticamente esa definición de faena es válida o no. Pero, a estas horas de la noche, y a estas alturas de la Feria de San Isidro 1990, es la única que se me ocurre. Y puede que, pese a las urgencias del momento y a imprecisones etimológicas, no sea del todo inadecuada.



.- De lo cual se deduce que en esta Feria ha habido muy pocas faenas. Salvo que se quiera llevar la definición a un terreno sesgado y metafórico, aunque de uso muy castizo y popular. Con lo cual, toda la Feria sería una gran faena; es decir, una tomadura de pelo al aficionado, un golpe bajo, un engaño más continuado que reincidente: la gran faena de Toresma S.A. O ¿es Toresma S. L.? Lo del anonimato es una secreto a voces y a apellidos; lo de Sociedad Limitada es sólo una limitación para ofrecer buen espectáculo, buenas corridas, buena programación; en lo demás, en lo económico y comercial, es una teoría de la rapiña y de la usura. La corrida, por supuesto, no es una visión edificante, diga lo que diga el humanismo taurófilo, como tampoco eran edificantes las tragedias griegas; la corrida es cruenta, como lo eran las tragedias con las salvajadas de los dioses y las fatigas de los humanos disfrazadas de determinismo. 0 sea, algo escasamente ejemplar.

Mas la moral es de un ámbito distinto al ámbito del arte y no es cosa de repetir ahora, tras una tarde de mortal aburrimiento y sombras de sospecha, el tópico empequeñecido por el mal uso, de que de buenos sentimientos está hecho el arte malo. Los toros son también, y puede que, dado el panorama, sólo sean eso, un entramado de relaciones comerciales y ahí sí que tiene que haber, debiera haber, una norma de ejemplaridad moral. , O cuando menos, de respeto a las mínimas leyes de mercado por las que esta sociedad se rige. Yo tengo la imagen de los tratantes de mi pueblo que, sin contratos, sin firmas y con sólo un apretón de manos sellaban transaciones sin sombra de engaño. Me decían hace unos dias que «en el toro» también se funciona así. Pues será, en lo que a Toresma y los aficionados madrileños se refiere, en mecanismos y fórmulas. En cuanto a resultados, todas las operaciones debieran ser revisadas. Vale la ganancia. Pero si ésta es a costa de los legítimos derechos de una de las partes, la operación es fraudulenta.

.- Esta era la ganadería que habia iniciado un espectacular despegue; estos eran los Pablorromeros de leyenda: una mansada que, además, se caía. Una mansada que se remendó con dos mansos más de Manuel Sánchez Cobaleda. Lo que los toreros hicieran o dejaran de con semejante material daba lo mismo. Y si, encima, los toreros llevan uno corrida esta temporada (Curro Durán); ninguna otro(Luis Reina) y J.A. Campuzano, a trancas y barrancas, ha logrado sumar ocho, calibren ustedes, piensen qué es lo que se podía ver. ¿Qué nos queda aún por contemplar? De momento, sólo dos corridas. Pensar esto es ya un descanso. Porque si quedaran más aquí podría verse de todo y ocurrir de todo. Y que nadie piense que se trata de fáciles analogías o de demagogia incontinente si se establecen relaciones entre lo que pasa en el ruedo de las Ventas y lo que pasa en el ruedo ibérico valleinclanesco.

A fin de cuentas, todo el mundo conviene en que la corrida es un microcosmos que reproduce muchos de los aspectos de la sociedad que la circunda. Si contra agricultores armados de acelgas, zanahorias, rábanos, tomates y alguna patata que otra Interior echa a la calle la caballería ¿qué no sería capaz de echarle a los taurinos espectadores si un dia cercan el palco del presidente, al que ya se identifica, esté quien esté, con los intereses de la empresa? Toros, toros en los graderíos, toros como basiliscos y cornalones, y fuertes y duros, de esos que Toresma se guarda en los corrales como batallón antidisturbios. Toros que no se caerán jamás, por los siglos de los siglos, aunque suban galopando hasta la misma baranda del palco presidencial. Justo los que faltan en el ruedo. Pero no se sobresalten, ni se encrespen. Sólo quedan dos, dos nada más. Nunca creí que pudiera tener esta sensación de urgencia, esta necesidad de escapar de una plaza.

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