Que está ocurriendo con Telefónica

La hostilísima OPA de Vodafone por Mannesmann ha reabierto las sospechas de que Telefónica debe estar buscando un verdadero socio europeo, que le sirva de parapeto ante los grandes del sector que pronto se fijarán en España.

En el campo de la telefonía móvil, en concreto, España es uno de los mercados más atractivos. A pesar del fulgurante crecimiento del número de abonados, que han sobrepasado ya los 12 millones, la tasa de penetración (número de móviles por cada 100 habitantes) aún se sitúa entre las más bajas de Europa, un 30,4%, ofreciendo, por contra, un gran potencial de crecimiento. De hecho, es el tercer país europeo cuyo parque de móviles crece a más ritmo, un 63,66%.

Con todos estos antecedentes, no parece que el actual reparto del mercado nacional vaya a durar. De una parte, Vodafone pugna con BT por hacerse con el control de Airtel y, tarde o temprano, el control de la operadora se decantará en favor de alguno de los dos. En Amena, la posición de Telecom Italia es muy sólida.

Sin embargo, el bocado más apetitoso es Telefónica Móviles, que controla el 63% del mercado. El presidente de Telefónica, Juan Villalonga, ha declarado que sopesa integrar en una sola compañía todos los negocios internacionales de móviles del Grupo. De conseguirlo, la nueva Telefónica Móviles dispondría de 17,2 millones de clientes y valdría más que la propia Telefónica.

Sin embargo, la multinacional parece estar cada vez más retrasada en la frenética carrera de concentración que se está produciendo en Europa. A través de su filial Intercontinental, tan sólo participa en un proyecto en el reducido mercado austriaco. Una minucia si se compara con las últimas grandes operaciones que se han producido en poco más de un mes en Europa: la compra de E-Plus por France Télécom; la de One-2-One por Deutsche Telekom; la de Orange por Mannesmann y la de este operador alemán por Vodafone.

Telefónica Móviles, como las otras dos compañías españolas, se ha parapetado evitando sacar su capital a Bolsa, pero esa decisión parece inaplazable. No parece tampoco que otros mecanismos de defensa, como la golden share (acción de oro) del Estado que pesa sobre Telefóni ca, vayan a ser efectivos en un futuro muy próximo, como prueba el hecho de que Vodafone ha seguido adelante con su proyecto de devorar a Mannesmann sabiendo que iba a desatar las iras del orgullo nacional alemán.

El tamaño tampoco juega a favor de los operadores españoles teniendo en cuenta que la oferta de Vodafone (20,6 billones de pesetas), duplica la capitalización bursátil de Telefónica.

Por eso, y como ocurriera el verano pasado con Deutsche Telekom, vuelven a oírse los cantos de sirena sobre una posible fusión con France Télécom. La prueba más palpable de esos rumores es la revalorización de los títulos de Telefónica, un 28% en lo que va de mes, y un 11% la pasada semana.

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